viernes, 27 de mayo de 2016

losotros

Hipótesis de este año
Con la misma temática y enunciados muy parecidos hay enunciaciones completamente distintas. Esto es lo que sucede con Los Otros y The Innocents. Lo curioso de la segunda película es que no responde a la cuestión de si realmente hay espíritus, fantasmas y posesiones ¿Es una paranoia de la protagonista que tiene que ver con su educación religiosa? ¿Es real? Con Los Otros sí se resuelve la incógnita: los protagonistas son fantasmas, y hasta el punto de la escena de espiritismo no se sabe realmente si esto es verdad. Elementos de la película hasta ese momento nos hacen centrarnos en el punto de vista de la protagonista, que cree firmemente estar viva y enfrentarse a espíritus. Momentos puntuales contribuyen un poco a sospechar de la verdad, pero nunca llegan a ser determinantes: esto refuerza el ambiente de confusión y suspense de la película. Ejemplo: la luz, la fotosensibilidad de los niños, las cortinas, algo que les aísla dentro de la misma casa del exterior (además de la niebla).
Grace (en Los Otros) se aventura en un momento a atravesar la niebla en busca de un párroco que bendiga toda la casa dada la presencia de espíritus (desde su punto de vista). Se pierde en la neblina, cada vez más espesa, y se encuentra con su marido al que creía muerto: Charles. “A veces sangro.” La niebla se esclarece y la secuencia termina con la verja a modo de celda dejándoles dentro de la zona de la casa. Esto reforzará la hipótesis de que los muertos son “los otros”, y se crea más confusión cuando el jardinero tapa las tumbas en cuanto el ama de llaves se lo recuerda.
Se juega con el tiempo histórico para añadir otro elemento de aislamiento. En un momento se dice que “nadie pasa por la casa desde hace días”, y se hace referencia al tiempo en el que supuestamente tiene lugar la historia: 1945. Sin embargo, la casa es tan antigua y emplea métodos tan arcaicos (uso de velas, no hay electricidad, no hay teléfono) que nunca se sospecha del hecho de que el jardinero, la criada y el ama de llaves sean fantasmas de una época mucho más anterior.
Cuando se escucha a Víctor llorar, Anne discute con él y se oye su voz y finalmente este toca la cara de Nicholas; luego cuando Anne se funde con la médium, o cuando se oyen pasos precipitados en el piso de arriba… Todo contribuye a contraponer el plano de los vivos y el de los muertos en Los Otros de forma progresiva e intensa (que la madre sea tan nerviosa y fácilmente excitable también aporta un componente más de suspense). El truco de la película es que el giro verdadero se realiza en la sesión de espiritismo, construida de una forma específica.
La madre, con miedo, aprieta el rosario y reza (como le dijo a sus hijos), y cuando entra ve que hay personas en la mesa interpretando lentamente lo que dicen los hijos de Grace. Entonces se revela que Grace mató a los niños asfixiándolos con una almohada, pero los tres se niegan a aceptar que están muertos. Lo definitivo es cuando Grace, ya desesperada por la revelación de que no solamente están muertos sino que ella misma mató a los niños, mueve la mesa y rompe papeles y se contraponen planos de estos hechos sucediendo siendo ella invisible: ella es el espíritu, al igual que sus hijos. La resolución de la escena es la familia viva decidiendo que van a abandonar la casa.
Desde el principio se recoge el estilo visual y las figuras que van a aparecer en la película (tradición gótica: los niños, la luz de velas, las cortinas, la oscuridad…). Además el componente religioso con tanto peso en la vida más allá de la muerte, la salvación a la que se debe aspirar al morir, los infiernos que existen… Se retoma esta idea de la religión católica muchas veces, pero especialmente efectiva con la revelación final. Grace cuestionaba la historia de fantasmas, Anne cuestionaba ciertas cosas de la Biblia y al final la estructura de la religión católica se derrumba al no estar donde supuestamente deberían estar después de morir.
Análisis antiguo de “Suspense”, de Clayton
Es muy importante seguir una estructura, en base a la columna vertebral (hipótesis) que domina a los demás elementos dominados. La columna vertebral también puede ser la ambigüedad, y en este caso se tiene que hablar (o mencionar) de los posibles caminos que puede tomas la hipótesis. En este caso, no sólo la represión sexual de la mujer, sino la posibilidad de que realmente haya fantasmas.
La narradora no es la señora Giddens, ni el flashblack es suyo. Pero es su punto de vista, lo que tiene que ver con la focalización. La película tiene una estructura de in crescendo, paralelamente a la imaginación de Giddens.
Hipótesis de este año
En The Innocents se construye una propuesta de forma distinta: no se resuelve, podemos deducir y tratar de acercarnos a la verdad pero en realidad nunca se sabe la verdad. La Sta. Giddens es católica, su padre era pastor y podemos identificar tanto un fuerte componente religioso como una tensión sexual latente (por la represión sexual que ha tenido en su vida) hacia los hombres. ¿Cómo arranca la película? Las manos de Giddens rezando. “Sólo quiero salvar a los niños, no destruirlos. Quiero a los niños más que a nada. Necesitan afecto, amor…” Así empieza la película antes de preguntárseñe a Giddens si ella tiene imaginación con un zumbido y un fundido encadenado y borroso: ¿esto se codifica así para dejar claro que la alucinación de Giddens es real? ¿Lo es la historia del fantasma?. El tema del sexo está muy presente en The Innocents desde el principio, se ve desde que el tío de los niños habla con ella y ella parece esperando, sumisa y deseosa de que se acerque más.
Las relaciones entre Giddens y las figuras masculinas se extrapola desde el tío hasta Peter Quint y desde este último hacia al niño, por lo que la “posesión” de Miles podría ser una metáfora de la posesión del deseo de Giddens hacia otra figura masculina. La secuencia en la que le gastan una broma pone la temática del cine gótico en escena, como en la otra película: candelabros, velas, pasillos largos y oscuros, uso del claroscuro con luces y sombras… Además la tensión sexual llega a su culmen cuando Miles da un beso a Giddens. El deseo hacia Quint se va canalizado hacia Miles, identificándolo inconscientemente con los valores y deseos que le atraen. ¿Está Miles poseído por Quint? Esa  será una pregunta suscitada por lo que acontece en el filme.
El juego de miradas y el uso del sueño son más elementos con los que se juega en la película para contraponer el plano de los vivos y los muertos nuevamente. Mediante un fundido encadenado tras hablar de que “a veces no es posible evitar imaginar cosas” con Flora, llega el sueño de Giddens: Flora se levanta y la observa con gesto divertido y un poco malévolo. Se asoma al balcón y murmura la melodía de la caja de música de la señorita Jessel mientras observa el lugar debajo del balcón en el que aparentemente no hay nada, solamente unas esculturas y estatuas. Sonríe a, ¿alguien? Nunca se sabrá.
Sucede la aparición de Jessel al fondo en el lago, y antes Giddens habla con Flora que Miles vio una mano saludando desde el fondo del lago. Flora vuelve a murmurar la canción de la caja de música de Jessel, y ambas ven a Jessel o parece que ambas la están mirado hacia el fondo del lago. El juego de planos y miradas genera confusión, ¿es que Flora también la ha visto y lo oculta? Los niños tienen muy presente el concepto de la muerte y si “se quedarán ahí vagando”, reforzando la incógnita de los muertos.
Fundidos encadenados con las caras de Quint en su foto y la cara de Giddens en la cama, la aparición de Quint en la ventana, la ventana abierta con tormenta… Finalmente habrá una escena en la que todo confluye: los niños, las palomas, las velas, la música, el baile de Flora con Jessel, todo con un tono de pesadilla…
HIPÓTESIS : EL DIABLO OCULTO TRAS LA INOCENCIA
El objeto de estudio del presente análisis es la película titulada “The innocents”, de J. Clayton, basada en la novela “Una vuelta de tuerca” de Henry James.
La primera impresión tras realizar el visionado es cuanto menos ambigua, en el sentido de que no sabemos a ciencia cierta si realmente los hechos narrados ocurren en realidad, o es todo fruto de la imaginación de la protagonista, la Sta. Giddens. Queda patente que nos encontramos con un filme que juega con la mente del espectador, con la percepción de la realidad diegética por parte del mismo, a raíz de la identificación que se produce con el personaje principal (que se encuentra en un estado de desorientación y obsesión creciente)
El inicio de la película ya es abrumador y anticipa de forma simbólica lo que será transmitido: desasosiego e impotencia. Después de escuchar una canción de tintes fúnebres y melancólicos, en la que se hace alusión a una persona que está sola, aparecen las torturadas manos de la protagonista, en acto de rezo u oración (desgastadas por el tiempo, con un brillante uso de la luz). El encuadre se abrirá para ver a la St.a Giddens en plano medio. Acto seguido, a través de una especie de niebla, se hará un corte por salto temporal a la habitación del tío de los pequeños co-protagonistas (Miles y Flora, los “inocentes” a los que alude el título de la película. Se deduce que este inicio corresponde al presente, y todo el desarrollo de la película es un flashback hasta ese instante (que posteriormente desembocará en un desgarrador final)
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Por lo tanto, nos encontramos con que el relato se narra desde el punto de vista de una persona que acabará sufriendo, alterando su visión de la realdad a través de su mismo sufrimiento. Esto será clave en el desarrollo del suspense posterior y hará dudar de los hechos acontecicos por su tinte sobrenatural y macabro. Seguida a esta introducción, el tío de los niños pregunta a Mrs Giddens por su imaginación. La imaginación de la protagonista, ya establecida como premisa, será una enemiga del personaje principal, pues parece ser ella la única capaz de ver las apariciones de personas que se encuentran supuestamente muertas. Sin ir más lejos, la señora Grose afirma que “a veces no podemos evitar imaginar”. Vemos como desde el inicio del filme se plantea la duda de si todo lo que veremos sucede en realidad, o solo es la proyección de los recuerdos de Giddens (o si la realidad en sí es pura percepción de un individuo y varía de una persona a otra)
Ilustremos esto a través de la figura de los niños, causantes principales la dicotomía anteriormente expuesta. La versión de los hechos de la protagonista es la única versión ofrecida al espectador de lo que está sucediendo, por lo que parece que los niños están poseídos. Sin embargo, esto es algo que no se puede afirmar a ciencia cierta. Son muchos los símbolos que vinculan a los niños con la inocencia y la pureza, como puede ser el uso del color blanco, asociado a estos sentimientos. Este color se repite en vestuario, en las flores, en las palomas…; que continuamente están al cuidado de Giddens. Pero no todo es lo que parece, ya que encontramos otros símbolos que justifican el carácter “diabólico” oculto en la pureza.
El plano de la figura de un ángel mientras sale un insecto por la boca simboliza esa corrupción, que la institutriz achaca a la posesión de los niños por las dos personas que anteriormente vivían en la casa: el jardinero Quint y la anterior institutriz, Mrs Jessel. Otros planos simbólico de lo diabólico ocultándose entre lo puro se encuentra con Miles y sus palomas, que simboliza la latente posesión que sufrirá este niño, uno de los “inocentes”. De un cariño y amor por las palomas, Miles acabará rompiéndole el cuello a una. Y previamente una de las palomas está manchada de negro sobre la cabeza de Miles.
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De los diálogos se desprende que Jessel y Quint tuvieron una relación sentimental intensa, pero además tuvieron una relación especial con los niños. Esto nos puede hacer pensar que el comportamiento “diabólico” de los niños se deba a la influencia de estos antes de morir, y se induce a pensar que los amantes siguen viviendo a través de los niños. Y es que las primeras apariciones fantasmagóricas de los personajes adultos contribuyen al aparato de suspense creador de terror sobrenatural de la película. Observemos cómo en el segundo fotograma hay otro simbolismo de lo diabólico ocultándose en lo puro.
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Una muestra del comportamiento impropio por parte de los niños se encuentra en la actitud adulta de Miles, o en el vocabulario de Flora: “Esa araña se está comiendo una mariposa”, frase que además alude a la degradación de lo que asociamos como inocente e inofensivo, y su transformación en algo oscuro y violento (la escena del juego del escondite y el “me haces daño, Miles” de la protagonista es otro indicativo de esto). Pero hemos de puntualizar que no se debe negar la particularidad del comportamiento de los niños anticipando acontecimientos, como la hermana de Miles que anticipa su llegada antes de que nadie supiera nada.
En cualquier caso, este comportamiento sospechoso no sería comprensible sin hablar de los fantasmas de ambos difuntos que verá Giddens. Estas apariciones casualmente aparecen cuando la protagonista comienza a oír la historia de ambos, y no antes. Esto es, en primer lugar se da un proceso de sugestión de la protagonista (véase los diálogos con Grose), para posteriormente visualizar estos fantasmas, siempre precedidos de una atmosfera en forma de murmullo con eco, un zumbido, que precede a cada aparición, y la reiteración del uso de las velas. Una vez sugerida una presencia paranormal, el uso de una vela y la codificación de miradas (pilar narrativo esencial para esta película) se convierten en una combinación de elementos que evocan el lado más macabro oculto con una máscara de inocencia (personificada y dulcificada en los niños, lo que hace que el relato sea incluso más retorcido)
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Desde el principio de la película nunca se nos deja claro si la Sña Giddens está imaginando las cosas que ve, o están sucedido de verdad. Es un juego narrativo con la percepción espectatorial, abandonando un estilo de narración objetivo (apoyado en múltiples enfoques de la historia) para presentar un relato desde una subjetividad inquietante (el punto de vista cada vez más paranoico de la Sta. Giddens).
Desde un primer momento, se nos presenta a Giddens como una mujer cariñosa y atenta, pero al mismo tiempo solitaria y en búsqueda de un sujeto al cual dar amor y del que recibirlo. Hablando con la Sra. Grose se desvela que existía otro hombre en la casa y posteriormente localiza a un hombre en lo alto de una torre. ¿Es que su propio deseo le hace visualizarlo y se deriva de su imaginación, o es una aparición sobrenatural real? Pronto le pondrá cara, gracias a la foto que encuentra mientras suena la música del principio.
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 Luego llega a conocer que este hombre (Quint) está muerto, pero le ha visto en la ventana. En un cruce de miradas con Miles, Giddens empieza a creer que el otro varón de la casa, el pequeño Miles, esté poseído por Quint, que continúa viviendo a través del niño. Todo esto toma sentido en los sueños de la protagonista, donde se recrean imágenes de ambos difuntos (que se supone que la protagonista nunca debía conocer), en la ilusión en la que la protagonista oye voces lujuriosas por los pasillos, y como no, en el beso que le da el niño y le deja en shock. Todo esto crea una antítesis emocional en Giddens, pues es testigo de una sensación de atracción-repulsión por el hecho de que un hombre se oculte bajo la apariencia de un niño y le haga sentirse atraída por él.
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Cuando se sugiere la presencia de algo macabro o paranormal, las escenas se tiñen de ecos y zumbidos creando una atmósfera de locura, de inquietud y de incertidumbre. Al principio de la película, cuando nuestra protagonista llega a los alrededores de la mansión donde debe cuidar de los niños, escucha una voz llamando a Flora. Cuando la Sña Giddens encuentra a la niña y le pregunta si alguien la estaba llamando le responde que no. Aquí observamos como desde el principio ocurre algo extraño con nuestra protagonista o con su entorno.
En la secuencia de Miles a caballo vemos que el caballo tiene la silla de montar, pero luego desaparece. Volvemos a la dualidad constante que se desarrolla a lo largo de la película (locura-cordura, realidad-imaginación, Miles y Quint…). Cuando vemos el caballo sin silla, representa a Miles libre, mientras que cuando sale con la silla de montar podría representar a Miles poseído por Quint, como si alguien le dijera lo que tiene que hacer incluso decirle a donde ir, tal y como hacemos con los caballos que han sido adiestrados para montar, a los cuales se les coloca la silla. Esta escena podría ser clave para entender si realmente Miles está poseído o no. Cosa que deja, como en toda la película, de manera bastante ambigua.
      Continuando con los elementos que nos hacen pensar si realmente la Sña Giddens está loca o no, podemos señalar otra escena donde nuestra protagonista ve a través de un cristal, fuera de la casa, a Peter Quint con todo detalle y exactitud. Algo que realmente nos impactó, ya que la foto de Quint la ve unos segundos y hacer una representación perfecta de alguien con esa claridad suena muy poco razonable. Aquí de nuevo surge la incertidumbre ya que no queda nada claro si de verdad la Sña Giddens está alucinando o no.
      Una tesis lanzada por la señora Grose de forma indirecta es que el diablo se pasea por la casa en forma de Quint. Esto pudiera ser una prueba o juego diabólico que casaría con el título de la película, “The Innocents”, puesto que se apoyaría en la idea que el diablo puede presentarse en todas las formas, incluso oculto en la inocencia de un niño. La reiteración de figuras religiosas y la dualidad de la pureza del blanco y la oscuridad como símbolo de corrupción refuerzan esta idea.
      Conforme avanza la película, la locura de la Sña Giddens aumenta. Hay un momento de la película, en el lago, donde están ella y Flora, de repente, Giddens ve al fondo un fantasma, la figura de Jessel aparece. Giddens se queda mirando asustada, y la niña mira a un punto fijo. La protagonista vuelve a ver a Jessel en la sala que sirve como aula de enseñanza para los niños, y hasta toca sus lágrimas. Luego oye voces por la casa, ráfagas de viento apagan velas… Todo en la casa cobra un sentido sobrenatural.
      Se genera una gran identificación especular en este filme. La desorientación de la protagonista es perfectamente compartida por los espectadores, gracias a técnicas narrativas como el juego de miradas entre personajes, el uso simbólico de las velas, el blanco y el negro y, en especial, la codificación de la mirada de la protagonista hacia la pantalla, casi mirando a los ojos al espectador. Esto crea una gran tensión narrativa, pues juega constantemente con el aspecto psicológico de “voyeur” o “mirón” de cualquier espectador de ficción cinematográfica, haciendo que este se sienta inseguro.
      Hacia el final, la protagonista está absolutamente convencida de que la posesión es algo real, pues no vuelve a ver a la difunta Jessel cuando “despierta” a Flora y la deja en estado traumático (a pesar de todos los cuidados de la señora Grose). El último que queda es Miles, que parece estar más ligado al espíritu malévolo de Quint (que podría ser sin problema la personifación de ese “diablo” que pone a prueba a Giddens, parte de la tesis propuesta anteriormente). Cuando Giddens logra que el niño pronuncie el nombre de Quint, Miles muere en sus brazos. Ella le habla, lo besa y grita desconsoladamente, terminando así la película.
Este final agobiante y trágico deja un enigma abierto: ¿ha sido todo un mal sueño o ha pasado de verdad? Lo que queda claro es que “Los inocentes” de los que habla el título de la película son los verdaderos sufridores de los malvados y egoístas. Miles y Flora son piezas de un juego, orquestado principalmente por Quint (descrito como un hombre atractivo y violento). Quint manejaba a Jessel incluso después de la muerte y vivía a través de los niños. Con la llegada de Giddens, ve una oportunidad para ponerla a prueba y terminar demostrando que al presionar tanto a Miles no le ha salvado, sino que también ella ha utilizado al niño para satisfacer su curiosidad y resolver sus dudas, llevándole a la muerte.
 “Los inocentes” son los niños, almas puras y cándidas contaminadas por las personas que no dudan en verlos como instrumentos. Y pueden ser utilizados por la maléfica figura de Quint o en la forma de la desinteresada Srta. Giddens. Nadie se salva

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