Hipótesis de este año
Con la misma
temática y enunciados muy parecidos hay enunciaciones completamente distintas.
Esto es lo que sucede con Los Otros y
The Innocents. Lo curioso de la
segunda película es que no responde a la cuestión de si realmente hay
espíritus, fantasmas y posesiones ¿Es una paranoia de la protagonista que tiene
que ver con su educación religiosa? ¿Es real? Con Los Otros sí se resuelve
la incógnita: los protagonistas son fantasmas, y hasta el punto de la
escena de espiritismo no se sabe realmente si esto es verdad. Elementos de la
película hasta ese momento nos hacen
centrarnos en el punto de vista de la protagonista, que cree firmemente
estar viva y enfrentarse a espíritus. Momentos puntuales contribuyen un poco a sospechar de la verdad, pero nunca llegan
a ser determinantes: esto refuerza el ambiente de confusión y suspense de la
película. Ejemplo: la luz, la fotosensibilidad de los niños, las cortinas, algo
que les aísla dentro de la misma casa del exterior (además de la niebla).
Grace (en Los Otros) se aventura en un momento a
atravesar la niebla en busca de un párroco que bendiga toda la casa dada la
presencia de espíritus (desde su punto de vista). Se pierde en la neblina, cada
vez más espesa, y se encuentra con su marido al que creía muerto: Charles. “A
veces sangro.” La niebla se esclarece y la secuencia termina con la verja a
modo de celda dejándoles dentro de la zona de la casa. Esto reforzará la
hipótesis de que los muertos son “los otros”, y se crea más confusión cuando el
jardinero tapa las tumbas en cuanto el ama de llaves se lo recuerda.
Se juega con el tiempo histórico para añadir otro elemento
de aislamiento. En un momento se dice que “nadie pasa por la casa desde hace
días”, y se hace referencia al tiempo en el que supuestamente tiene lugar la
historia: 1945. Sin embargo, la casa es tan antigua y emplea métodos tan arcaicos
(uso de velas, no hay electricidad, no hay teléfono) que nunca se sospecha del
hecho de que el jardinero, la criada y el ama de llaves sean fantasmas de una
época mucho más anterior.
Cuando se
escucha a Víctor llorar, Anne discute con él y se oye su voz y finalmente este
toca la cara de Nicholas; luego cuando Anne se funde con la médium, o cuando se
oyen pasos precipitados en el piso de arriba… Todo contribuye a contraponer el plano de los vivos y el de
los muertos en Los Otros de forma
progresiva e intensa (que la madre sea tan nerviosa y fácilmente excitable
también aporta un componente más de suspense). El truco de la película es que
el giro verdadero se realiza en la sesión de espiritismo, construida de una
forma específica.
La madre, con
miedo, aprieta el rosario y reza (como le dijo a sus hijos), y cuando entra ve
que hay personas en la mesa interpretando lentamente lo que dicen los hijos de
Grace. Entonces se revela que Grace mató a los niños asfixiándolos con una
almohada, pero los tres se niegan a aceptar que están muertos. Lo definitivo es
cuando Grace, ya desesperada por la revelación de que no solamente están
muertos sino que ella misma mató a los niños, mueve la mesa y rompe papeles y
se contraponen planos de estos hechos sucediendo siendo ella invisible: ella es
el espíritu, al igual que sus hijos. La resolución de la escena es la familia
viva decidiendo que van a abandonar la casa.
Desde el
principio se recoge el estilo visual y
las figuras que van a aparecer en la película (tradición gótica: los niños,
la luz de velas, las cortinas, la oscuridad…). Además el componente religioso
con tanto peso en la vida más allá de la muerte, la salvación a la que se debe
aspirar al morir, los infiernos que existen… Se retoma esta idea de la religión
católica muchas veces, pero especialmente efectiva con la revelación final.
Grace cuestionaba la historia de fantasmas, Anne cuestionaba ciertas cosas de
la Biblia y al final la estructura de la religión católica se derrumba al no
estar donde supuestamente deberían estar después de morir.
Análisis antiguo de “Suspense”, de Clayton
Es
muy importante seguir una estructura, en base a la columna vertebral
(hipótesis) que domina a los demás elementos dominados. La columna vertebral
también puede ser la ambigüedad, y en este caso se tiene que hablar (o
mencionar) de los posibles caminos que puede tomas la hipótesis. En este caso,
no sólo la represión sexual de la mujer, sino la posibilidad de que realmente
haya fantasmas.
La
narradora no es la señora Giddens, ni el flashblack es suyo. Pero es su punto
de vista, lo que tiene que ver con la focalización. La película tiene una
estructura de in crescendo,
paralelamente a la imaginación de Giddens.
Hipótesis de este año
En The Innocents se construye una propuesta de forma distinta: no se
resuelve, podemos deducir y tratar de acercarnos a la verdad pero en realidad
nunca se sabe la verdad. La Sta. Giddens es católica, su padre era pastor y
podemos identificar tanto un fuerte componente religioso como una tensión
sexual latente (por la represión sexual que ha tenido en su vida) hacia los
hombres. ¿Cómo arranca la película? Las manos de Giddens rezando. “Sólo quiero
salvar a los niños, no destruirlos. Quiero a los niños más que a nada.
Necesitan afecto, amor…” Así empieza la película antes de preguntárseñe a
Giddens si ella tiene imaginación con un
zumbido y un fundido encadenado y borroso: ¿esto se codifica así para dejar
claro que la alucinación de Giddens es real? ¿Lo es la historia del fantasma?.
El tema del sexo está muy presente en The
Innocents desde el principio, se ve desde que el tío de los niños habla con
ella y ella parece esperando, sumisa y deseosa de que se acerque más.
Las
relaciones entre Giddens y las figuras masculinas se extrapola desde el tío
hasta Peter Quint y desde este último hacia al niño, por lo que la “posesión”
de Miles podría ser una metáfora de la posesión del deseo de Giddens hacia otra
figura masculina. La secuencia en la que le gastan una broma pone la temática
del cine gótico en escena, como en la otra película: candelabros, velas,
pasillos largos y oscuros, uso del claroscuro con luces y sombras… Además la
tensión sexual llega a su culmen cuando Miles da un beso a Giddens. El deseo
hacia Quint se va canalizado hacia Miles, identificándolo inconscientemente con
los valores y deseos que le atraen. ¿Está Miles poseído por Quint? Esa será una pregunta suscitada por lo que
acontece en el filme.
El juego de
miradas y el uso del sueño son más elementos con los que se juega en la
película para contraponer el plano de los vivos y los muertos nuevamente.
Mediante un fundido encadenado tras hablar de que “a veces no es posible evitar
imaginar cosas” con Flora, llega el sueño de Giddens: Flora se levanta y la
observa con gesto divertido y un poco malévolo. Se asoma al balcón y murmura la
melodía de la caja de música de la señorita Jessel mientras observa el lugar
debajo del balcón en el que aparentemente no hay nada, solamente unas
esculturas y estatuas. Sonríe a, ¿alguien? Nunca se sabrá.
Sucede la
aparición de Jessel al fondo en el lago, y antes Giddens habla con Flora que
Miles vio una mano saludando desde el fondo del lago. Flora vuelve a murmurar
la canción de la caja de música de Jessel, y ambas ven a Jessel o parece que
ambas la están mirado hacia el fondo del lago. El juego de planos y miradas
genera confusión, ¿es que Flora también la ha visto y lo oculta? Los niños
tienen muy presente el concepto de la muerte y si “se quedarán ahí vagando”,
reforzando la incógnita de los muertos.
Fundidos
encadenados con las caras de Quint en su foto y la cara de Giddens en la cama,
la aparición de Quint en la ventana, la ventana abierta con tormenta…
Finalmente habrá una escena en la que todo confluye: los niños, las palomas,
las velas, la música, el baile de Flora con Jessel, todo con un tono de
pesadilla…
HIPÓTESIS : EL DIABLO OCULTO TRAS LA
INOCENCIA
El
objeto de estudio del presente análisis es la película titulada “The
innocents”, de J. Clayton, basada en la novela “Una vuelta de tuerca” de Henry
James.
La
primera impresión tras realizar el visionado es cuanto menos ambigua, en el
sentido de que no sabemos a ciencia cierta si realmente los hechos narrados
ocurren en realidad, o es todo fruto de la imaginación de la protagonista, la
Sta. Giddens. Queda patente que nos encontramos con un filme que juega con la
mente del espectador, con la percepción de la realidad diegética por parte del
mismo, a raíz de la identificación que se produce con el personaje principal
(que se encuentra en un estado de desorientación y obsesión creciente)
El
inicio de la película ya es abrumador y anticipa de forma simbólica lo que será
transmitido: desasosiego e impotencia. Después de escuchar una canción de
tintes fúnebres y melancólicos, en la que se hace alusión a una persona que
está sola, aparecen las torturadas manos de la protagonista, en acto de rezo u
oración (desgastadas por el tiempo, con un brillante uso de la luz). El
encuadre se abrirá para ver a la St.a Giddens en plano medio. Acto seguido, a
través de una especie de niebla, se hará un corte por salto temporal a la
habitación del tío de los pequeños co-protagonistas (Miles y Flora, los
“inocentes” a los que alude el título de la película. Se deduce que este inicio
corresponde al presente, y todo el desarrollo de la película es un flashback
hasta ese instante (que posteriormente desembocará en un desgarrador final)
Por
lo tanto, nos encontramos con que el relato se narra desde el punto de vista de
una persona que acabará sufriendo, alterando su visión de la realdad a través de
su mismo sufrimiento. Esto será clave en el desarrollo del suspense posterior y
hará dudar de los hechos acontecicos por su tinte sobrenatural y macabro.
Seguida a esta introducción, el tío de los niños pregunta a Mrs Giddens por su
imaginación. La imaginación de la protagonista, ya establecida como premisa,
será una enemiga del personaje principal, pues parece ser ella la única capaz
de ver las apariciones de personas que se encuentran supuestamente muertas. Sin
ir más lejos, la señora Grose afirma que “a veces no podemos evitar imaginar”.
Vemos como desde el inicio del filme se plantea la duda de si todo lo que
veremos sucede en realidad, o solo es la proyección de los recuerdos de Giddens
(o si la realidad en sí es pura percepción de un individuo y varía de una
persona a otra)
Ilustremos
esto a través de la figura de los niños, causantes principales la dicotomía
anteriormente expuesta. La versión de los hechos de la protagonista es la única
versión ofrecida al espectador de lo que está sucediendo, por lo que parece que
los niños están poseídos. Sin embargo, esto es algo que no se puede afirmar a
ciencia cierta. Son muchos los símbolos que vinculan a los niños con la
inocencia y la pureza, como puede ser el uso del color blanco, asociado a estos
sentimientos. Este color se repite en vestuario, en las flores, en las
palomas…; que continuamente están al cuidado de Giddens. Pero no todo es lo que
parece, ya que encontramos otros símbolos que justifican el carácter
“diabólico” oculto en la pureza.
El
plano de la figura de un ángel mientras sale un insecto por la boca simboliza
esa corrupción, que la institutriz achaca a la posesión de los niños por las
dos personas que anteriormente vivían en la casa: el jardinero Quint y la
anterior institutriz, Mrs Jessel. Otros planos simbólico de lo diabólico
ocultándose entre lo puro se encuentra con Miles y sus palomas, que simboliza
la latente posesión que sufrirá este niño, uno de los “inocentes”. De un cariño
y amor por las palomas, Miles acabará rompiéndole el cuello a una. Y
previamente una de las palomas está manchada de negro sobre la cabeza de Miles.
De
los diálogos se desprende que Jessel y Quint tuvieron una relación sentimental
intensa, pero además tuvieron una relación especial con los niños. Esto nos puede
hacer pensar que el comportamiento “diabólico” de los niños se deba a la
influencia de estos antes de morir, y se induce a pensar que los amantes siguen
viviendo a través de los niños. Y es que las primeras apariciones
fantasmagóricas de los personajes adultos contribuyen al aparato de suspense
creador de terror sobrenatural de la película. Observemos cómo en el segundo
fotograma hay otro simbolismo de lo diabólico ocultándose en lo puro.
Una
muestra del comportamiento impropio por parte de los niños se encuentra en la
actitud adulta de Miles, o en el vocabulario de Flora: “Esa araña se está
comiendo una mariposa”, frase que además alude a la degradación de lo que
asociamos como inocente e inofensivo, y su transformación en algo oscuro y
violento (la escena del juego del escondite y el “me haces daño, Miles” de la
protagonista es otro indicativo de esto). Pero hemos de puntualizar que no se
debe negar la particularidad del comportamiento de los niños anticipando
acontecimientos, como la hermana de Miles que anticipa su llegada antes de que
nadie supiera nada.
En
cualquier caso, este comportamiento sospechoso no sería comprensible sin hablar
de los fantasmas de ambos difuntos que verá Giddens. Estas apariciones
casualmente aparecen cuando la protagonista comienza a oír la historia de
ambos, y no antes. Esto es, en primer lugar se da un proceso de sugestión de la
protagonista (véase los diálogos con Grose), para posteriormente visualizar
estos fantasmas, siempre precedidos de una atmosfera en forma de murmullo con
eco, un zumbido, que precede a cada aparición, y la reiteración del uso de las
velas. Una vez sugerida una presencia paranormal, el uso de una vela y la
codificación de miradas (pilar narrativo esencial para esta película) se
convierten en una combinación de elementos que evocan el lado más macabro
oculto con una máscara de inocencia (personificada y dulcificada en los niños,
lo que hace que el relato sea incluso más retorcido)
Desde
el principio de la película nunca se nos deja claro si la Sña Giddens está
imaginando las cosas que ve, o están sucedido de verdad. Es un juego narrativo
con la percepción espectatorial, abandonando un estilo de narración objetivo
(apoyado en múltiples enfoques de la historia) para presentar un relato desde
una subjetividad inquietante (el punto de vista cada vez más paranoico de la
Sta. Giddens).
Desde
un primer momento, se nos presenta a Giddens como una mujer cariñosa y atenta,
pero al mismo tiempo solitaria y en búsqueda de un sujeto al cual dar amor y
del que recibirlo. Hablando con la Sra. Grose se desvela que existía otro
hombre en la casa y posteriormente localiza a un hombre en lo alto de una
torre. ¿Es que su propio deseo le hace visualizarlo y se deriva de su
imaginación, o es una aparición sobrenatural real? Pronto le pondrá cara,
gracias a la foto que encuentra mientras suena la música del principio.
Luego llega a conocer que este hombre (Quint)
está muerto, pero le ha visto en la ventana. En un cruce de miradas con Miles,
Giddens empieza a creer que el otro varón de la casa, el pequeño Miles, esté
poseído por Quint, que continúa viviendo a través del niño. Todo esto toma
sentido en los sueños de la protagonista, donde se recrean imágenes de ambos
difuntos (que se supone que la protagonista nunca debía conocer), en la ilusión
en la que la protagonista oye voces lujuriosas por los pasillos, y como no, en
el beso que le da el niño y le deja en shock. Todo esto crea una antítesis
emocional en Giddens, pues es testigo de una sensación de atracción-repulsión
por el hecho de que un hombre se oculte bajo la apariencia de un niño y le haga
sentirse atraída por él.
Cuando
se sugiere la presencia de algo macabro o paranormal, las escenas se tiñen de
ecos y zumbidos creando una atmósfera de locura, de inquietud y de
incertidumbre. Al principio de la película, cuando nuestra protagonista llega a
los alrededores de la mansión donde debe cuidar de los niños, escucha una voz
llamando a Flora. Cuando la Sña Giddens encuentra a la niña y le pregunta si
alguien la estaba llamando le responde que no. Aquí observamos como desde el
principio ocurre algo extraño con nuestra protagonista o con su entorno.
En la
secuencia de Miles a caballo vemos que el caballo tiene la silla de montar,
pero luego desaparece. Volvemos a la dualidad constante que se desarrolla a lo
largo de la película (locura-cordura, realidad-imaginación, Miles y Quint…).
Cuando vemos el caballo sin silla, representa a Miles libre, mientras que
cuando sale con la silla de montar podría representar a Miles poseído por
Quint, como si alguien le dijera lo que tiene que hacer incluso decirle a donde
ir, tal y como hacemos con los caballos que han sido adiestrados para montar, a
los cuales se les coloca la silla. Esta escena podría ser clave para entender
si realmente Miles está poseído o no. Cosa que deja, como en toda la película,
de manera bastante ambigua.
Continuando con los elementos que nos
hacen pensar si realmente la Sña Giddens está loca o no, podemos señalar otra
escena donde nuestra protagonista ve a través de un cristal, fuera de la casa,
a Peter Quint con todo detalle y exactitud. Algo que realmente nos impactó, ya
que la foto de Quint la ve unos segundos y hacer una representación perfecta de
alguien con esa claridad suena muy poco razonable. Aquí de nuevo surge la
incertidumbre ya que no queda nada claro si de verdad la Sña Giddens está
alucinando o no.
Una tesis lanzada por la señora Grose de
forma indirecta es que el diablo se pasea por la casa en forma de Quint. Esto
pudiera ser una prueba o juego diabólico que casaría con el título de la
película, “The Innocents”, puesto que se apoyaría en la idea que el diablo
puede presentarse en todas las formas, incluso oculto en la inocencia de un
niño. La reiteración de figuras religiosas y la dualidad de la pureza del
blanco y la oscuridad como símbolo de corrupción refuerzan esta idea.
Conforme avanza la película, la locura de
la Sña Giddens aumenta. Hay un momento de la película, en el lago, donde están
ella y Flora, de repente, Giddens ve al fondo un fantasma, la figura de Jessel
aparece. Giddens se queda mirando asustada, y la niña mira a un punto fijo. La
protagonista vuelve a ver a Jessel en la sala que sirve como aula de enseñanza
para los niños, y hasta toca sus lágrimas. Luego oye voces por la casa, ráfagas
de viento apagan velas… Todo en la casa cobra un sentido sobrenatural.
Se genera una gran identificación
especular en este filme. La desorientación de la protagonista es perfectamente
compartida por los espectadores, gracias a técnicas narrativas como el juego de
miradas entre personajes, el uso simbólico de las velas, el blanco y el negro
y, en especial, la codificación de la mirada de la protagonista hacia la
pantalla, casi mirando a los ojos al espectador. Esto crea una gran tensión
narrativa, pues juega constantemente con el aspecto psicológico de “voyeur” o
“mirón” de cualquier espectador de ficción cinematográfica, haciendo que este
se sienta inseguro.
Hacia el final, la protagonista está
absolutamente convencida de que la posesión es algo real, pues no vuelve a ver
a la difunta Jessel cuando “despierta” a Flora y la deja en estado traumático
(a pesar de todos los cuidados de la señora Grose). El último que queda es
Miles, que parece estar más ligado al espíritu malévolo de Quint (que podría
ser sin problema la personifación de ese “diablo” que pone a prueba a Giddens,
parte de la tesis propuesta anteriormente). Cuando Giddens logra que el niño
pronuncie el nombre de Quint, Miles muere en sus brazos. Ella le habla, lo besa
y grita desconsoladamente, terminando así la película.
Este
final agobiante y trágico deja un enigma abierto: ¿ha sido todo un mal sueño o
ha pasado de verdad? Lo que queda claro es que “Los inocentes” de los que habla
el título de la película son los verdaderos sufridores de los malvados y
egoístas. Miles y Flora son piezas de un juego, orquestado principalmente por
Quint (descrito como un hombre atractivo y violento). Quint manejaba a Jessel
incluso después de la muerte y vivía a través de los niños. Con la llegada de
Giddens, ve una oportunidad para ponerla a prueba y terminar demostrando que al
presionar tanto a Miles no le ha salvado, sino que también ella ha utilizado al
niño para satisfacer su curiosidad y resolver sus dudas, llevándole a la
muerte.
“Los inocentes”
son los niños, almas puras y cándidas contaminadas por las personas que no
dudan en verlos como instrumentos. Y pueden ser utilizados por la maléfica
figura de Quint o en la forma de la desinteresada Srta. Giddens. Nadie se salva
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