23-F: El Día
Más Difícil del Rey
El sujeto
principal es el príncipe (a pesar de que parezca serlo el rey, por cómo está en
mitad de la acción y siendo el protagonista de muchos hechos), y la propuesta de significación se articula a
partir del mismo. Lo que ayude a proponer un sentido común resulta
significativo a la hora de articular dicha propuesta.
En 2009 se
produjo la película en dos capítulos. Se eligió dicho año para reforzar la
imagen tanto del Rey como del príncipe. Para el príncipe podría considerarse
que es una forma de avalar su imagen de
garante de la continuidad de la democracia, buen heredero y un digno futuro
sucesor. El pretexto argumental es el 23-F para hablar de la Transición
Española en la Jefatura del Estado. El príncipe es el testigo privilegiado y constante de la acción, y se establece con
la redacción con la que se abre y cierra la miniserie. No está consciente de
todo lo que sucede en todo momento, pero está pendiente en momentos importantes
con su padre (tomando nota, aprendiendo de lo que resulta ser el Rey de
España).
La redacción
encargada para la clase de Felipe es sobre “qué quieres ser de mayor”, pero él
no puede elegir al ser príncipe. Así que su padre le da la idea de escribir
sobre qué significa ser rey. Literalmente irá tomando notas sobre cómo ser rey,
reforzando la propuesta de significación de Felipe como aprendiz. La serie
partirá de dos géneros televisivos: un relato
naturalista y familiar (para acercarse al espectador medio) y un componente
importante de thriller político.
Independientemente
de cómo se articule, el texto pretende poner a Felipe como un heredero
perfecto. Esta hipótesis de partida permite articular y descomponer la película
según esta propuesta. La imagen del Rey se va construyendo desde el primer
momento con el desayuno familiar, como una persona cercana, familiar, afable y
divertida. En el momento de producción (2009) se pretende proyectar la imagen
del rey hacia el siglo XXI, hacia la actualidad. Un relato del 23-F desde el
interior de la Zarzuela, independientemente de que el Rey se relacione con
diversos oficiales.
La única
imagen testimonial que había del Rey sobre el 23-F era el mensaje dado a todo
el país y las Fuerzas Armadas por él mismo en uniforme. El relato trata de
reconstruir cómo se desenvolvió el monarca para llegar a ese momento. La lógica
del sentido común es la que lleva a Juan Carlos a desempeñar la función que
hace en la miniserie: “no es lógico que…”, “lo lógico es…”. Además del relato
naturalista tenemos, obviamente, el thriller político. Un momento importante
para ese segundo tipo de relato es la oscuridad del despacho cuando aparecen
Milans del Bosch y Alfonso Armada. Cuando están en la Zarzuela y con la familia
el cuadro aparece más iluminado y amplio, pero de repente se pasa a lugares más
lóbregos.
Todo es un a priori,
ya sabemos lo que sucederá, cómo acabará todo. La función del ambiente de
thriller político es la de generar suspense, establecer heroísmo y villanía
mediante códigos genéricos reconocibles. Una historia real, con un supuesto
carácter documental, sirve para contribuir a la propuesta de significado. La
puesta en serie del montaje es una propuesta transparente: no se ponen en
evidencia los mecanismos que construyen el relato. En Breve Encuentro se daba cuenta de la película como una construcción, no como percepción real (se
juega con mezclar el mostrar cómo se relata y el relato en sí). No pasa así con
el caso de 23-F, que no evidencia el montaje y separa la construcción de la
apariencia de realidad.
El rey está
pendiente de la educación de su hijo Felipe: desde el principio le dice que le
ayudará a aprender en qué consiste el trabajo de ser Rey y luego, a través del
transcurso del golpe de Estado, el Rey no deja de lado a su familia en sus
labores para llevar la crisis. A Felipe se le muestra con diversos juguetes
varias veces hasta que se ve que en un momento determinado deja de tenerlos
para tomar notas en una libreta y estar atento a lo que sucede: aprendiendo de verdad.
En cuanto acontece el golpe de Estado, su padre quiere que esté junto a él
mirando, observando y explicándole qué sucede: de nuevo se corrobora la
propuesta inicial.
La presencia
de Felipe siempre permanece, atendiendo a cómo se enfrenta su padre a la
situación más que a la resolución de los problemas en sí. No solamente se trata
de presentar a Felipe como un perfecto heredero, sino de poner a Juan Carlos
como alguien clave para la pervivencia del naciente sistema democrático de por
aquel entonces. La función documental, naturalista y de thriller conviven en un
determinado momento cuando existe ese juego de miradas por plano/contraplano
entre padre e hijo.
El rey
descubre que Armada es el principal causante y el que está detrás de todo el
entramado del golpe de Estado, un gran golpe emocional para él ya que había
depositado su confianza y amistad en el militar. Incluso en los momentos más
tensos y más políticamente graves está la presencia de la familia como guiños a
la cercanía del protagonista del relato (que no de la propuesta de
enunciación). El príncipe está pendiente, el rey lo está para que no se
despiste, delegando poco a poco responsabilidades en él. Independientemente de
que sea un niño, debe aprender lo que supone el futuro oficio que va a desempeñar.
Hacia el
final del segundo capítulo llega la artillería audiovisual potente para dejar
clara la relación maestro-aprendiz de Juan Carlos y Felipe: la conversación
antes de ir a la sede de Televisión Española. “¿Querías ser Rey?”, pregunta el niño. “No es fácil, no se elige, pero
es lo que se debe hacer”. Se culmina el aprendizaje del príncipe mientras
el rey prepara ese discurso que pondrá fin al golpe de estado del 23-F y que
será determinante. Se sigue jugando con el montaje invisible para no separar lo
contado del relato, hasta se juega con la planificación para que coincida con
lo que ruedan las cámaras en el momento del discurso. La reina indica a Felipe
en un momento que gira la cabeza que atienda a su padre dando al discurso: se
refrenda la propuesta inicial.
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