viernes, 27 de mayo de 2016

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PROPUESTA DE ANÁLISIS: LA CAJA 507
  • La presentación de la película podría encuadrarse hasta el minuto 31, más o menos. La primera secuencia mostrará una serie de eventos que toman lugar 7 años antes del tiempo diegético del resto del filme. Estos sucesos resultarán ser el desencadenante de la segunda parte de la película, en la que se retoma a raíz de la trama secundaria del robo al banco (habiéndose realizado una prolepsis entre ambos sucesos detonadores de la acción). De esta forma se presentan las principales tramas argumentales.
  • El nudo o segunda parte encaja entre el minuto 31 hasta el minuto 86. En este período de tiempo, el personaje interpretado por Antonio Resines (ModestoPardo) descubre que el asesinato de su hija no fue accidental y que hubo personas que, en su vorágine para enriquecerse con la industria de la cosntrucción propiciaron la muerte de su hija. En este momento, se dota al protagonista de voluntad de acción: venganza. El camino de Modesto para hacer pagar a los culpables por la muerte de su hija constituye el arco argumental principal de la película. Sin embargo, a esta trama ha de añadirse la del antagonista-protagonista, que no es otra persona que Rafael Mazas (interpretado por José Coronado). Mientras el primero busca a los protagonistas de una trama de corrupción y manipulación financiera, el segundo se dedica a buscar desesperadamente los papeles que puedan incriminarle, involucrándole en dicha trama como uno de los principales participantes. Es aquí cuando los diferentes personajes y sucesos se unen temáticamente y siguen una hoja de ruta conjunta, pero con diferentes caminos. Ambos utilizan distintos métodos, uno violento y otro sin sangre pero audaz.
  • En el desenlace de la película se puede apreciar un cambio interesante en Modesto Pardo. Hay un intercambio en el modo de actuar del protagonista y el antagonista, que ya ha sido eliminado tras haberse convertido en víctima de las acciones de Modesto para vengar a su hija. Si bien el protagonista no empuña las armas que directamente acaban con la vida de las personas responsables de la muerte de su hija, su insistencia y obcecación provocan muchas más muertes que las provocadas por Rafael Mazas cuando estaba vivo. Además, pasa a vestirse elegantemente con el dinero que le han pagado para que no hable sobre los hechos. Es decir, se hace un tránsito de la figura del héroe a la del antihéroe, casi rozando el papel narrativo de villano hacia el cierre de la película. 
Es una historia en la que se pone en tela de juicio aquello de que “el fin justifica los medios”, personificado en ambos protagonistas. El primero de ellos, el personaje principal, se mantiene en la sombra, chantajea y amenaza con revelar la verdad y además se mueve como uno de sus enemigos: en secreto. El segundo emplea la violencia directa y se expone más, y al final acabará sucumbiendo a los efectos colaterales de sus actos. El personaje de Antonio Resines, Modesto Pardo, se acaba librando de la muerte, pero acaba contagiándose de aquello contra lo que lucha, llegando a plantear la problemática de la moral del héroe cuando pasa a ser un antihéroe muy cercano a la villanía. Esto con los estándares del bien y del mal preestablecidos por el prólogo de la película, en la que se observa en retrospectiva el hecho detonante de la acción más importante: la muerte de la hija de Modesto Pardo.
El relato comienza, pues, 7 años atrás. La secuencia configurará el desencadenante de hechos posteriores que llevarán al nudo de la narración: la búsqueda de venganza por parte de un padre que ha perdido una hija y está a punto de perder a su esposa. Los dos primeros planos de la película resultarán extremadamente simbólicos con respecto a esta trama principal y a una de las tramas secundarias que trataremos más tarde: la corrupción financiera en la industria de la construcción. Los planos a los que se recurre para “crear” visualmente  esta trama son los siguientes:
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En el primero vemos a una joven en la flor de la vida con un telón de fondo verde. Esta imagen tiene una atmósfera suave y pacífica, combinada con un fundido de entrada que suaviza aún más el efecto psicológico intencionado. La joven mira hacia un punto fuera de cuadro que no sabemos cuál es hasta el plano siguiente, pero que hasta ese momento simboliza el hecho de que tiene toda su vida por delante y es libre de hacer con ella lo que quiera. Para reforzar esta concepción, fuma despreocupadamente un porro de hachís. Sin embago, en el siguiente plano aparece de lleno la imagen de un bloque de edificios que se ha comido la vegetación. El abrupto cambio de vegetación a industrialización genera un efecto de choque en el espectador, preparándolo para una violencia posterior. La chica ha estado mirando al bloque de edificios, que representa esa amenaza de corrupción y trama financiera que acabará alcanzándola de forma fatal. Podría decirse que, metafóricamente, la chica ha mirado a la cara de los futuros responsables de su trágica muerte.
Tras la secuencia inicial, con incendio y escena de amor incluidos, se presenta la vida del protagonista, que está aún ttraumatizado por los acontecimientos del inicio y reside en una casa sencilla y con dificultades y problemas caseros de insalubridad (el agua corriente sin funcionar, por ejemplo). Uno de los rasgos característicos de las películas de Enrique Urbizu es el hecho de que el nombre de los principales personajes ya prefiguran el carácter y papel inicial que estos desempeñan. Así, Modesto Pardo es efectivamente un hombre sumido en la modestia y en el estilo de vida humilde y castizo, y Rafael Mazas es un hombre fuerte, implacable y violento.
Como se iba ilustrando, en un principio vemos al protagonista como un hombre gris (o pardo), con  apariencia anodina, inmerso en su rutina diaria y acosado por el recuerdo de su hija. Los sonidos de ambientes domésticos pueblan el relato y predominan sobre la palabra hablada en estos primeros compases, reforzando este hecho. El robo que sufre mientras desempeña su trabajo de director de banco, y los documentos que encuentra lo transforman. Es decir, Modesto evoluciona desde una posición A (sencillo, sumiso, humilde) marcada por la muerte de su hija, a otra B (frío, calculador y vengativo), condicionada por los descubrimientos y la investigación que este realizará, y terminará en una posición C (ambicioso, corrupto y sin escrúpulos) en la que ha logrado sus objetivos y ha cambiado radicalmente su aspecto y personalidad. Esto se denota visualmente en su cambio de vestuario y en la conversación con su esposa.
El mecanismo de identificación del espectador con el protagonista es uno utilizado muy a menudo con personajes con el carácter del antihéroe del lado del Bien. Se presenta a un padre de familia que ha perdido a su única hija trágicamente y que, tras siete años, sigue estando traumatizado por dicha pérdida. Al mismo tiempo, es un hombre con dificultades económicas sumido en la austeridad, que quiere a su mujer y es respetuoso con todas las personas de su entorno, incluso los que le chantajean al principio de la película, lo atan y lo dejan con una bolsa en la cabeza mientras su mujer recibe una paliza en su casa. Ver a este hombre, que ha sufrido tanto, en una situación con tanta injusticia y dolor genera en el espectador una inmediata reacción solidaria, posicionándose del lado de Modesto Pardo del principio al final de la película.
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Esta situación de dolor e injusticia a la que se ve sometido Modesto culminará en el momento que va a comprobar el sitio en que su hija falleció a causa del incendio. Para ello, recorre el mismo camino que ella hizo siete años atrás con su coche y se adentra en la finca. En esta secuencia, que podría considerarse la más rica en simbolismo visual de toda la película, se repiten dos planos secuencia cortos que ya habían tenido lugar al principio de la película y que son de extrema importancia para asentar definitivamente al protagonista del lado del Bien por parte de los espectadores y, a su vez, de enlazar los dramáticos hechos con la trama financiera corrupta que provocó todo. Los planos en cuestión son:
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Entre estos dos planos pasan unos 30 minutos de película. Al principio el cartel está intacto, pero 7 años más tarde aún conserva las quemaduras del incendio que mató a la hija de Modesto Pardo. Se cumple una función de plano de situación, en la que el cartel y los molinos de energía eólica nos remiten al inicio de la película, situando al público espacialmente, pero asimismo nos muestran la quemadura del cartel, situando a los espectadores temporal y emocionalmente.
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Este plano nos devuelve a los dos planos iniciales de la película, en los que la vegetación es sustituida por los efectos de la mano humana: la construcción de viviendas de lujo. La sucesión de hechos que llevan a este plano (que funciona como colofón emocional para el espectador y como generador definitivo del nudo narrativo) se concatena de tal forma que esta panorámica sin palabras ya lanza definitivamente el curso de la acción y enlaza la muerte de la hija de Modesto con el sector de la construcción y sus tramas corruptas. Lo único que queda es volver al protagonista para afianzar definitivamente la relación de identificacion espectatorial con el personaje.

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Se realiza una analepsis al momento más crítico para el estado anímico del protagonista y se realiza un corte por similitud al presente, de forma que el protagonista ya está mentalizado y con un propósito. Comienza aquí el desarrollo del nudo.
A la vez que Modesto sigue su propio camino, vemos que el otro personaje principal (Rafael, expolicía corrupto y representante de quienes mandaron quemar la zona que luego se edificaría[1]) era el dueño de papeles del banco que podrían usarse para incriminar a todos los implicados. Se verá envuelto en una vorágine de sangre y muerte, para recuperarlos y evitar que la mafia vaya a por él.
Observando el transcurso de los acontecimientos para ambos personajes, se puede observar cómo se proyecta una dualidad entre estos. Un elemento une sus vidas inconexas, que conllevará el cambio de papeles entre ambos. El protagonista desde al ruina económica hasta la riqueza y el poder, una vez tiene éxito en su venganza. Por el contrario, vemos cómo el destino de Rafael se tuerce totalmente, pasando de tener una vida plagada de lujos a perder a su novia de forma violenta y morir a manos de la mafia italiana. Uno asciende. El otro cae. Uno  ataca. El otro se defiende. Uno comete pecados para saldar su venganza. Otro paga por los suyos por írsele de las manos una situación peligrosa. Sus destinos se acaban entrelazando irremediablemente.

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Hacia el final de la película, aparece el director de un grupo mediático negociando con Modesto la posesión de los papeles incriminatorios, mientras muestra inaparente pin del ying y el yang, símbolo de la perfecta dualidad en la cultura oriental.
Muchos aspectos de este símbolo se pueden atribuir a las situaciones del filme, a los destinos del protagonista y el antagonista. Estos dos personajes se retroalimentan y esto hará que más tarde dichos personajes intercambien su dolor. En el pasado el protagonista experimentó el dolor con la pérdida de su hija y ahora es el antagonista el que sufre dolor por la muerte de su novia, y su propia muerte. Volviendo al ying y el yang, observamos que al final, el protagonista se apropia de un rasgo de Rafael, el uso de gafas de sol. En el yin siempre hay algo del yang. “Siempre hay un resto de cada uno de ellos en el otro, lo que conlleva que el absoluto se transforme en su contrario”
Este símbolo, como hemos dicho, lo porta el director del diario al que Modesto se dirige para entregar la documentación de los pagos. Al llevar el pin del ying y el yang, se da la sensación de estar ante alguien con el papel narrativo de un Dios, ya que tiene el poder suficiente para pagar el tratamiento de Modesto además de, tal y como este dijo, hacer caer a todos los implicados en el incendio.  Su posición acerca de estos documentos es cuanto menos ambigua: querrían publicar estos documentos y dar la verdad, pero esto “no solucionaría al final nada”. Puede ser que los periódicos están cubiertos por la sombra de la corrupción (el director menciona que es un simple peón) o que diga la verdad: que rueden cabezas no acabará con los hechos ni con la corrupción. Pero eso a Modesto no le importa, pues sigue obcecado en acabar con los responsables de su dolor (apropiación del carácter implacable de Rafael).
El ascenso y descenso de estos personajes también es muy importante. El protagonista es al principio tranquilo y pardo, pero con el tiempo y descubriendo la verdad se transforma, ya no es esa persona sosegada y aburrida sino que tiene una motivación, un objetivo y una obsesión. Al final de la película vemos muy claro este cambio de personalidad, que le hará hacer cosas que jamás se habría planteado en este caso ser el culpable indirecto de la muerte de numerosas personas implicadas en la muerte de su hija. Hacia el cierre del filme podemos oírle decir a su mujer: “Bueno, he cambiado”. Acepta los hechos y se convierte en alguien completamente distinto.
En la tradición narrativa actual encontramos otro caso de caída, ascenso y transformación muy parecida, pero aplicado al relato seriado: Breaking Bad. Una serie que nos sitúa del lado de un humilde profesor de química que comienza a cocinar metanfetamina para venderla y poder costear los gastos de su familia cuando este se muera a causa de su cáncer de pulmón terminal. Walter White sería en este caso un Modesto Pardo que se ve obligado a transformarse para lograr sus objetivos y, a pesar de que acabe convertido en un antihéroe cercano a la villanía, sigue teniendo la simpatía del público porque se posiciona desde un mismo principio en el lado del Bien.
Por el contrario, el antagonista del relato sufre un cambio totalmente diferente. Al principio del film se presenta a un hombre seguro de sí mismo, el cual se gana la vida extorsionando y matando. Conforme se va desarrollando la película surge su lado más oscuro y salvaje. Este personaje sufre una degradación de su persona: la pérdida de algo muy importante en su vida, como lo son los documentos que no podía perder, le hacen cambiar. Este cambio no le proporciona muy buenos resultados ya que no es consciente de lo que hace y durante gran parte de la película sigue las pistas equivocadas. Este seguimiento erróneo de los documentos le hace perder a su novia e incluso perder su propia vida.
Con la sucesión de acontecimientos, se hace hincapié en varios aspectos, que confieren singularidad al filme. Uno de ellos son los lugares donde se desarrollan los hechos. Después del robo, nuestro protagonista transitará por los denominados no lugares (hotel, hospital, cementerio, casas ajenas, etc), que muestran la falta de identidad del personaje frente a la sociedad en la que se rodea. La película hace reflejo de la sociedad que rodea al protagonista, el universo postmoderno que le rodea, desde los suburbios y la casa del bombero hasta las lujosas mansiones de la mafia. También tiene especial importancia la criminalidad, desde los casos de corrupción, hasta el robo que sufre el protagonista, que actuará como MacGuffin en la trama, desviará la atención del espectador por un lado, pero servirá para relacionar la criminalidad con el protagonista. Como vemos al final del filme, esta le ha manchado, por las víctimas que ha causado con su venganza.
Esta criminalidad se extiende hasta una de las tramas de fondo más importantes, que ejerce de motor narrativa y objeto de crítica de la misma película: la especulación inmobiliaria y corrupción El tema central de la película gira entorno a estos dos elementos, con lo que están bastante presentes a lo largo del film. El filme se desarrolla en la Costa del Sol, aunque el lugar preciso no se llega a conocer. Por dicha zona geográfica se produjo un gran aumento de las construcciones debido al buen clima que había y la atracción turística y de personas buscano residencias de lujo o bien una situación geográfica propicia para vivir. El film relata estos hechos mostrándonos dos épocas en el mismo lugar, una a mediados de los 90 y otra 7 años más tarde. En esta comparación, observamos cómo algunos solares y parcelas que estaban vacías, 7 años más tarde son el emplazamiento de casas de lujo o al menos de sus cimientos.
El primer contacto con esta especulación inmobiliaria y corrupción es cuando se observa al ex-policía corrupto mantener una conversación con un empresario sobre ciertos terrenos en los que van a construir. Desde entonces, el film entra en una dinámica mafiosa y corrupta. La cinta va desvelando poco a poco hechos importantes sobre el incendio en el terreno donde murió la hija de Modesto Pardo empezando por el jefe de bomberos, el cual se dejó sobornar para mentir en el informe. Acto seguido, descubrimos el nombre del ex-jefe de la policía, que está estrechamente vinculado con el alcalde. Es este último el que, en un evento sobre la construcción,  desvela el siguiente eslabón de la cadena: un mafioso italiano que lleva todo el negocio de la especulación y la corrupción, también muy relacionado con el ex-policía.
Pero este círculo de corrupción no acaba aquí, pues el jefe del periódico también es corrupto y decide llamar, al conocer la trama de corrupción, a un alto cargo para que este decida. Después, el protagonista recibe la visita de este último y termina contagiándose de la corrupción, recibiendo dinero del jefe mafioso y del alto cargo.
Por lo tanto, la película juega con la dualidad de la moral de sus personajes y muestra un relato de ascenso y de caída, planteando al espectador si el fin justifica los medios, así como una exacerbada crítica a la especulación inmobiliaria y a la criminalidad de la que participan múltiples personas. Tal ejemplificación culmina con el protagonista, que pasa de ser un ser triste y gris acosado por las diicultades económicas y el recuerdo de su hija a verse trasformado en uno de esos monstruos financieros y provocando indirectamente la muerte de muchos implicados en la trama de corrupción. Hacia los créditos finales uno se pregunta si ha tomado la decisión correcta al posicionarse al lado de Modesto, un Walter White que ha descubierto a su Heisenberg, un Ying puro que se ha contagiado del Yang. Un ser humano, destructor y manipulador. Pero con objetivo y propósitos lícitos desde el punto de vista del espectador. Y por ello funciona.



[1] Mafia italiana de los Crecci, y una importante red de políticos y funcionarios como principales beneficiarios

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